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Cada año, el 15 de septiembre marca el inicio del Mes de la Herencia Latina, un período de celebración que se extiende por un mes. Esta conmemoración coincide con las fechas de independencia de Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, México y Chile, y fue creado para reconocer los logros y contribuciones de las personas originarias de lo que hoy conocemos como América Latina.
Al comenzar este mes, iniciamos rindiendo homenaje a los pueblos indígenas que han vivido, resistido y prosperado durante siglos en los territorios que hoy llamamos América Latina. Su sabiduría, tradiciones y resiliencia son la base de nuestras culturas, nuestras lenguas y nuestro sentido de comunidad.
Las comunidades de origen latinoamericano y caribeño han tenido un impacto profundamente positivo en este país, enriqueciéndolo de innumerables formas con nuestra creatividad, resiliencia, trabajo y amor. Hoy, en un momento en que las políticas se utilizan como armas para criminalizarnos, silenciarnos e incluso desaparecer a nuestra gente, reafirmamos con orgullo quiénes somos.
Abrazamos las culturas, lenguas, tradiciones y valores de nuestras y nuestros ancestros, y nos comprometemos a construir una vida digna para nuestras comunidades tanto en Estados Unidos como en nuestros países de origen.
Debemos alzar la voz y denunciar las desapariciones de madres, padres, vecinas, vecinos y seres humanos arrancados de nuestras comunidades. Debemos denunciar la violación de nuestros derechos constitucionales, el perfilamiento racial y las acciones discriminatorias de esta administración que buscan arrebatarnos nuestra humanidad y dignidad. Y debemos denunciar el abuso constante hacia las comunidades trabajadoras, que siguen cargando con el peso de las crecientes desigualdades económicas. Mientras la riqueza se concentra en manos de unos pocos poderosos, la mayoría queda olvidada, marginada de manera sistemática, sin acceso a oportunidades y engañada con narrativas falsas que culpan a nuestras propias comunidades en lugar de a los sistemas rotos que nos oprimen.
Lo que verdaderamente haría a Estados Unidos un lugar mejor no es el miedo, la división ni el castigo, sino la justicia: acceso a servicios de salud de calidad, vivienda segura, educación sólida y salarios justos. Un mundo mejor no solo es posible, es necesario. Un mundo que rechace culpabilizar o deshumanizar a quienes son diferentes, y que en cambio construya poder desde nuestra humanidad compartida y nuestra lucha colectiva.
Este mes, y todos los meses, seguiremos alzando nuestras voces. No permitiremos que el miedo borre nuestra historia ni disminuya nuestro orgullo. En cambio, nos mantenemos firmes en quienes somos y en nuestra visión de justicia, dignidad y pertenencia para todas las personas. Invitamos a todas y todos a unirse a nosotras en la celebración de la riqueza de las culturas latinoamericanas y caribeñas, a aprender las verdaderas historias de nuestros pueblos y a acompañarnos en la lucha por la dignidad y la justicia.
Juntas y juntos, podemos asegurar que nuestras comunidades no solo sobrevivan, sino que florezcan, con orgullo y alegría en los lugares que llamamos hogar.
